Las Casas Baratas del Prat Vermell —o de Can Tunis o de Casa Antúnez o de Francisco Ferrer Guardia— fueron levantadas en 1929 porque el brillo de la Exposición Internacional de Barcelona no consentía que, por las faldas de la montaña de Montjuïc, se esparcieran «tugurios de hojalata y mal ajustada madera». Los desalojados, ya asentados en las apelotonadas casitas de aquel prado rojo, pronto se aunaron para que aquel recóndito e inhóspito rincón fuera suyo. Además, siguieron aprendiendo y peleando para, a la que pudieran, reapropiarse de la ciudad entera. En julio de 1936, junto a otros muchos como ellos, lograron que su sueño igualitario de la Revolución Social empezara a ser realidad.
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